lunes, 3 de octubre de 2011

111208 Peña Surbía

Aprovechando las vacaciones de verano vuelvo al parque natural de Sanabria con la intención de recorrer en parte la sierra Segundera que culminada por Peña Trevinca y con otras cumbres importantes como Moncalvo o Peña Negra termina en la Peña Surbía desde donde parte a su vez la sierra Cabrera que delimita las provincias de Zamora y León.





Aparco en la laguna de los Peces, donde a estas horas no hay mucho meneo pero que a buen seguro durante la mañana se llenará de coches y me dispongo para una larga, muy larga caminata y en un día en el que parece que el calor va a apretar de lo lindo. Sigo un camino balizado que vca hacia Peña Trevinca y que supera una amplia loma para despues perder bastante altura hacia el valle del río Tera y el embalse de Vega del Conde (tener que subir para luego perder mucho desnivel es una auténtica putada, pero es lo que toca).






Ahora me toca remontar el largo valle del rio Tera hasta llegar a la base de Trevinca que desde aquí muestra su silueta piramidal, pero yo me desvío a la derecha para remontar el pequeño arroyo del recien nacido Tera hasta la vega del Geijo al pie de Peña Surbía, Peña Negra y Peña Vidulante


Como casi siempre que me aventuro por estos parajes el mejor camino parece que va solamente a Peña Trevinca, sin dudar la cima más concurrida de esta zona, por el resto del parque es difícil cruzarse con alguien y muchas veces hay que saber orientarse fuera de camino entre piornos y urces cuidándonos de no arañarnos demasiado las piernas. Al final llego a la cima más tarde de lo que pensaba y veo que se complica mi idea de seguir hacia Peña Negra, tal vez la cima más "montañera" de toda esta sierra; así que hago unas fotos y empiezo a desandar el camino.








A la bajada me planteo seguir hacia Peña Negra y Trevinca pero un tirón muscular me hace replantearme el tema y volver poco a poco al aparcamiento; el sol cae con fuerza y me obliga a pararme en cada regato a refrescarme (por lo menos bebí seis litros de agua ese día). Por fín tras nueve horas de caminata y unos venticinco kilómetros de marcha llego reventado al coche; como otras veces me pregunto que demonios se me ha perdido por aquí; pero tras un corto descanso observando lo que me rodea sé con seguridad que dentro de poco volveré a visitar esta increible zona para descubrir nuevos lugares.