martes, 29 de julio de 2008

080728 - Zumaia-Deba

Otro año más, se repite una clásica, la Zumaia-Deba aunque este año hay que decir que se han añadido alguno que otro fornido montañero de otro club.

Foto del grupo
Que decir de la misma, pues que es una travesía suavecita por la costa de giputxilandia con parada intermedia en una cala, en las que unos se bañaron y otros no, pero en la que todos comimos el bocata.


El final de la ruta fue impresionante, la playa de Deba, en la que nos deleitamos con un bañito y nos reímos un montón, disfrutando de la olas y del trago de agua que se metió en el cuerpo alguna. Por cierto, el agua estaba genial.
Bueno, las fotos dónde siempre.

lunes, 7 de julio de 2008

2º Expedición Bachimala Julio

Como no iba a ser menos, la segunda expedición al Bachimala (3.177 m.) cumplió sus expectativas, de 12 componentes, 11 llegaron a la cumbre y el compañero que no llegó, fue por problemas de salud y se quedó a pocos metros de conseguirlo, no subió el último cresterío.

El viernes partimos los 12 en 4 coches, pero todos a distintas horas, por lo que la llegada al refugio de Viadós (1.760 m.), fue por etapas. Lo hicimos por Francia, pero fue largo, larguísimo y la última subida hasta el refugio resultó complicada, en ciertos momentos tuvimos que bajarnos de los coches y a alguno le tocó empujar.

Los tres primeros coches llegaron con luz y el cuarto iba preparado con frontales, o sea que sin problemas. Cena, preparar mochila y a la camita.

El sábado a las 6:00 arriba, 6:30 desayuno y a las 7:15 emprendemos la marcha con buen tiempo. Como de costumbre unos van por delante, pero esperando al resto.

Cuando llegamos al collado, los tres valientes de turno, Belén, Inma y Javi, deciden subir por la cresta del Sabre (3.136 m.), el resto vamos por la subida normal al Bachimala.

A las 11:45 Aitor, Jon y Manu, llegan a la cima, el resto llegamos sobre las 12:00. Disfrutamos de las vistas, reponemos fuerzas, fotos y esperamos al resto de la expedición, pero después de un buen rato, algunos decidimos ir bajando porque hacía frío.

Enseguida nos juntamos todos, con la noticia de la pérdida de la mochila de Javi.

LLegamos al collado, comimos y la expedición del Sabre volvió a ver si recuperaban la mochila.
Ya de vuelta al refugio, duchita, cervecita y cena abundante (sopa, espaguetis, carne guisada, melocotón, vino, agua, pacharán y cafés). Tras un buen rato de tertulia a la luz de la luna, a descansar.

El domingo, Javi e Inma volvieron a busca de la mochila (sin éxito) y los demás partimos con tranquilidad y con visita turística a Ainsa. A la 19:30 ya estabamos en casita. Hay que decir que aunque Kamu no ha podido venir este año, te hemos estado nombrando todo el fin de semana y te hemos echado mucho de menos.

Y ahora, a preparar la del año que viene.

martes, 1 de julio de 2008

1º Expedición Bachimala Junio

Parte de guerra

Siguiendo instrucciones del Alto Mando, se reclutó a un grupo de valientes hombres sin miedo a la acción, que tenían como misión actuar de avanzadilla y estudiar los posibles riesgos de la próxima expedición de un grupo de infantería más numeroso, comandado por el Coronel Camúñez. Es por ello que se creó el Comando Bachimala, del que se expone en este informe su heroica gesta. Por Dios, por la Patria y el Rey.
Componentes del comando
D. José Luis Bermúdez. Capitán. Intendencia.
D. José Luis González. Teniente. Logística.
D. Óscar Carazo. Sargento. Transporte.
D. Roberto Lozoya. Soldado.
D. Juan Carlos. Mecánico.


Día 27 de Junio de 2008. Comienza la misión.
12:00 h.:
El capitán Bermúdez es enviado desde el cuartel de Gran Canarias para hacerse cargo de la dirección del comando, un puñado de valerosos hombres con una difícil misión: el reconocimiento del Bachimala. Algunos pensábamos que era algún tipo de posición estratégica peruana, cerca del Machu Pichu, aunque al final se nos informó de que se encontraba en la frontera hispano francesa, en la cadena montañosa de los Pirineos.
Bermúdez va desgranando a sus hombres todos y cada uno de los peligros con que se encontrarán. La arenga sobre el deber y el honor levanta el ánimo de la tropa, aunque ni él mismo conoce todo lo que les aguarda…
15:15 h.: El capitán llega con un flamante monovolumen para recoger al teniente González. Juntos parten hacia La Sardinera, donde recogen al sargento Carazo, que llega tarde. Éste toma los mandos del vehículo y parten hacia Astrabudua y Zamudio, donde aguarda el resto del comando.
16:30 h.: La tensión es evidente y palpable. El riesgo de la operación es máximo. Estalla la primera discusión (sus protagonistas: González y Carazo)
- ¿Qué cojones me estás diciendo del coche? Si no te gusta o te parece demasiado caro haberte encargado tú…
Se deja como ejercicio mental para el lector del informe la deducción del autor de esta diplomática frase.
17:00 h.: La vehemencia de la discusión hace que aparezcamos en Nanclares de la Oca.
- Joder, tío, que era por Vitoria, te has pasado. Vamos a aparecer en Logroño.
- …Me estás tocando todo el rato los cojones y no me he dado cuenta de la desviación.
Comprobamos que todo sigue bien por el penal y recobramos la ruta correcta. Proseguimos camino.
18:00 h.: Proseguimos camino.
19:00 h.: Proseguimos camino.
20:00 h.: Hasta los cojones del camino, largo como un día sin pan por la parte de España. Paramos a cenar en Ainsa.
21:00 h.: Proseguimos hasta Plan y después a San Juan de Plan. En el camino, desde allí a Viadós, comprobamos que se había debido producir una batalla cruenta y terrible, con fuego de mortero, artillería pesada y minas antipersona. No se explica de otra forma el número de inmensos cráteres que pudimos encontrar. Al principio pensábamos que eran baches de carretera. Sin embargo, al acercarnos y observar con más detenimiento, pudimos comprobar que no se veía el fondo, oscuro como las tinieblas, y que al soltar una voz hacia ese abismo, el sonido volvía rebotado como un eco unos segundos después. Avanzamos con cuidado y precaución para no caer por uno de aquellos inmensos agujeros sin fondo.
24:00 h.: Por fin llegamos a nuestro destino, el refugio de Viadós. Noche cerrada, impresionantemente estrellada, sin luna.
- ¿Alguien ha traído una linterna?
Vamos chocándonos unos detrás de otros, pisándonos, cayendo, atravesando maleza y pinchos. La luz de un móvil aparece y la vamos siguiendo… llegamos a una puerta. No hay nadie.
- ¿Y quién coño va a haber a estas horas?
- ¿Y de quién es la culpa si nos hemos perdido?, ¿mía?
Encontramos un papel en la puerta, una especie de mapa con un dibujo y unas palabras: "Vuestra habitación está en el edificio pequeño, detrás".
¿Detrás de qué?, no vemos nada. Poco después llegamos a la casa donde debieron habitar hace muchos años Hansel y Gretel. En la puerta un guiri que no sabemos si se ha levantado al oír ruidos o a mear. Está en calzoncillos. Se cierra la puerta tras él. Intenta abrirla. No puede, no tiene llave. Son las 12:30 de la noche, hace frío, tira como un desesperado de la puerta hacia fuera pero ésta no se abre. Sigue en calzoncillos y nosotros allí, mirando. Al rato, el teniente González empuja la puerta, que se abre suavemente hacia dentro. Entramos. Procuramos no hacer ruido. Lo hacemos. En la habitación cuatro inmensos tatamis en literas, y abajo otro guiri al que suponemos que han expulsado de su habitación porque no ronca sino que brama, ruge como una bestia herida, succionando todo el aire que puede cada vez y expulsándolo con violencia y ruido ensordecedor. El capitán Bermúdez contraataca poco después, y emite sonidos de una potencia que nada envidia al extranjero, demostrándole que España es grande hasta en eso. Desde entonces, es conocido con el cariñoso apelativo de El Serrote (aporte del Sargento Carazo). Los demás, estupefactos, asistimos con ojos como platos a este duelo de ronquidos. Al final, conseguimos dormir.
Día 29 de junio de 2008. Día D.
06:00 h.:
El guiri ha huido. Hoy es el día de la gran misión que nos encomendó el comandante Camúñez. Desayunamos con la compañía de hordas de moscas hambrientas. Discutimos con Roca con mayor o menor fortuna e iniciamos el camino hacia la cumbre. El teniente González lleva cantimplora y agua.
07:00 h.: Buen tiempo, ascensión a buen ritmo. Leemos un cartel que indica 4 horas hasta el Bachimala. Tenemos tiempo más tarde para cagarnos en los muertos del que calculó el tiempo. Proseguimos. No hay grandes incidencias que relatar. Conversación distendida.
09:00 h.: Comienza la guerra bacteriológica. Nos atacan con gases. Escuchamos disparos, estruendo y un penetrante olor del que protegemos como podemos nuestra nariz. Al final, el capitán Carazo nos explica que ha tenido una mala digestión. Cuestión de la altura.
12:00 h.: El teniente González comienza a ver desde lejos a sus compañeros. Evidentemente desde atrás.
13:00 h.: El capitán González (convaleciente aún de una larga enfermedad) ve unos puntos de colores en la lejanía que parecen ser sus compañeros de comando. De repente, sin previo aviso, aparece ante sí una pared blanca, infranqueable, en la que hay unas marcas que algunos dicen que son huellas de personas que han pasado antes por allí. No deben ser personas sino arañas que trepan por riscos verticales. González inicia la marcha, viendo a veces como entre sueños, una luz al final del túnel. El agotamiento le hace ver alucinaciones y cree ver en la cima algo así como una fiesta con mucha gente, comiendo y bebiendo. Escucha fantasmas que bajan cerca de donde él sube y que le animan. Él asiente, agradece el ánimo aunque no sabe si la imagen es real. Suda, se detiene, respira, continúa. Suda, se detiene, respira, continúa… Por fin llega donde le aguarda el resto del comando. No parecen reconocerle fácilmente, hace tanto tiempo que no le veían…
14:00 h.: La imagen que el capitán había creído ver en sueños eran real. Cientos de personas se agolpaban en la cumbre. Codazos, empujones… No caben todos. Alguno cae. Comienza a bajar la excursión de 200 personas. Dejan la cumbre vacía. ¡Vemos al Treparriscos! El Sargento Carazo, gran aficionado a la ornitología es feliz. Nos invita a dos cervezas que no nos paga.
14:30 h.: El valor flaquea. El recluta y el mecánico deciden no afrontar el último reto, una trepada. Sólo llegan los mandos, los viejos. El capitán, el teniente y el sargento. Vistas impresionantes. Día completamente despejado. Cantamos victoria. Misión cumplida. Iniciamos el descenso. El teniente González llega exhausto. Ve el cartel que indica 4 horas y se vuelve a acordar de la madre del que lo calculó.


18:00 h.: Cervezas, inmensa cola para las dos únicas duchas del refugio. Más cervezas. Cena a las 08:00. Sopa, vainas con patatas y albóndigas con tomate. Conversación, ducha (2 euros por persona) y a la cama.
21:00 h.: Nos encontramos otros dos guiris roncando donde estaba el de la noche anterior. Y nos quejábamos de él. Son osos franceses que acaban de comer. Carazo, ladinamente y con la excusa del poco sitio que hay en la litera inferior abandona al capitán (Euskal Serrote), que les da su merecido a los gabachos. No queda claro quién vence. Se oye la lucha de ronquidos desde arriba y comienza la guerra bacteriológica. Una de las descargas es inhumana.
Día 30 de junio. El regreso.
07:00 h.: Desayuno. Todo el mundo ha desaparecido menos las moscas, más numerosas y dañinas que ayer. Recogemos, pagamos y nos vamos. Recogemos el vehículo.
08:00 h.: Pinchamos.
09:00 h.: El sargento y el mecánico cambian la rueda. El soldado Lozoya lee el manual. El teniente descansa. El capitán va a por agua. Aún nos dura la alegría por haber encontrado al treparriscos. Carazo sigue sin pagar las cervezas prometidas. La rueda ya está cambiada. Atravesamos de nuevo, pero de día, el campo de batalla repleto de cráteres.
10:00 h.: Paramos en Ainsa. Bonita ciudad medieval en la que compramos vinos, quesos, etc. y en la que nos tomamos unas cervecitas. Continuamos viaje. Conversación.
18:00 h.: Llegada a Astrabudua y Santurtzi. Finaliza la expedición. El capitán manda firmes (¡Viva España, viva el Rey!) y después romper filas.
Fdo.:
Teniente González del comando Bachimala.