lunes, 26 de junio de 2017

Gran Tuc de Colomers 2.933 metros.






Este fin de semana tocaba la excursión anual coincidiendo con el 50 aniversario de la Sociedad Bihotz Gaztea. El Val de  Aran ha sido el elegido esta vez para airear nuestras botas en un intento de poner bajo nuestros cueros al Gran Tuc de Colomers (2.933) .

La llegada al refugio de Salardú es escalonada y sin sobresaltos. Visita al Moncorbisón (2.172) para realizar la ofrenda al valle, sin gran desgaste por parte del grupo.

Después de la habitual cena de frugalidad manifiesta vamos rellenando los camastros. Nadie contaba con la celebración de San Juan y la sorpresa a la vez que tormento son los petardos, cohetes  y retrocohetes que lanzados por  "Duch" el jefe torturador de aquellos Jemeres ya desaparecidos van acompasando a nuestra vigilia. Ejercicio de autocontrol horizontal y salvamos la situación sin más violencias.

El avisador horario salta a las 5:30 a.m. y todos los zombis nos reunimos en la puerta del comedor a las seis. No hay nadie. Miradas de complicidad y preocupación cuando se abre el toril y acabamos con la vitualla.

Taxis mediante (9 euros por 5 km, no se olvidará fácilmente) a las 7:20 comienza la ascensión con salida de trote andaluz. El paisaje se va abriendo ante nuestros ojos; lagos y jardines naturales, flores que no habíamos visto en ningún otro sitio y marmotas riéndose pero no de nosotros.

Vamos tomando altura hasta darnos de morros con la pared del circo desde donde se avista inexpugnable. Los track nos meten de cabeza por el centro del mismo y poco a poco atravesamos la pared por la incómoda morrena rodeada de farallones inmensos. Se impone el "sálvese quien pueda" y el "ahí os quedáis" del grupo que va por delante, no ocurre lo mismo en la retaguardia que se preocupa de ir agrupada y de tomar decisiones juiciosas.

Atacamos el primer gran collado del circo no sin gran esfuerzo para avistar otro por detrás del Tuc con una mancha blanca que atravesamos gracias a que la nieve había sido enternecida por los calores previos al tórrido verano que se nos echa encima sin remedio. Los grandes triunfadores están en el segundo grupo superando sus miedos y rompiendo techos; bravos y meticulosos al afrontar sus aprensiones y el cansancio que empieza a hacer mella.

Se hace cima tras 4 horas y media de lento desarrollo y después de las celebraciones y algazaras se decide arriar por el mismo sitio rompiendo el compromiso con los tracks ya que no se tiene claro lo engorroso de la bajada hacia la otra parte de la cuenca. Tras minutos de demarrajes que cercenan el valle en infinitos zigzags se decide volver por el mismo sitio en vez de coronar el collado que nos llevaría a la otra parte de la hondonada. Una vez abajo y después de una cena que sorprende positivamente se celebra el triunfo.


La celebración se realiza a lo largo de las tabernas de la Salardú con parte de las fianzas de las bajas sin justificar. Después de visitar unos cuantos bares el grupo es reconocido hasta por el mono encadenado a la barra que come cacahuetes sin pelar.


Visita dominguera al lago de Gerber y camino a casa por la Francia liberada.


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Breves:
Hemos bautizado a un nuevo miembro (Josu) que ya está apuntado para la próxima "invasión" al macizo.