Despues de pasar por Artziniega y a pesar del sirimiri pertinaz que nos acompañaba, nos dirigimos al pueblito de Santa Olaja (555 mts.), aparcamos los coches mas mal que bien siguiendo las instrucciones de una lugareña, que no queria que impidieramos el camino para las vacas, empezamos a subir cerca del abrevadero por un barrizal, que a medida que ibamos ganando altura, se convertia en una senda poblada de hayas –lastima de la niebla que no nos permitia vislumbrar el paisaje-, senda que por otro lado hoy en dia todavia se usa como paso entre Aiara y el Valle de Losa.
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Enseguida dimos con el portillo de Egana (953 m.), paso natural entre las paredes rocosas de la Sierra, de aquí se puede llegar a la cima tomando a la izquierda y ganando altura, pero por la consabida niebla, decidimos bordear el monte por el norte y atravesando un lapiaz llegar, no sin cierta dificultad, a la cima.
Niebla y mas niebla, pero ya no teniamos sirimiri por lo que pudimos tomar un tentenpie cerca del buzon.
A la bajada empezo la aventura, decidimos bajar por el camino que habiamos dejado de lado a la subida y, mas relajados, empezamos el descenso y de repente Javi que se habia rezagado enviando mensajes al grupo que habia ido con los txikis al Arroletza, desaparecio de nuestro campo de vision y audicion. Silbatos y llamadas de movil, despues de un buen rato intentando localizarle, hete aquí el hombre que surgio de la niebla.
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Llegando al portillo tuvimos la suerte de ver aunque sea por un instante el hermoso paisaje de este entorno que merece la pena visitarlo en otra ocasión y con mejor tiempo, el otoño me parece la epoca mas apropiada para ello,
En definitiva un buen dia de monte a pesar de la niebla y el matinal sirimiri.
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