Quizá esta sorpresa venga del contraste entre la casual mezcla del industrializado Gran Bilbao, siempre de fondo como el telón de un ciclorama, y la labor ancestral del pastoreo.
Fidel, que así se llama el pastor , sube con su perro a la cumbre más alta de Bilbao a recoger su rebaño. Pero no lo hace desde la cara norte donde esta práctica casi ha desaparecido, sino de la sur, en la que todavía no nos sorprendemos con este tipo de prácticas rurales .Y es que, esta mezcolanza viene dada al coincidir en las alturas, la Bizkaia rural con la industrial, en un proceso osmótico en el que la montaña hace de membrana semipermeable que ensaya una mezcla sorprendente por su choque entre dos formas de vida que antaño se creían incompatibles.Es como si en las alturas David saludara a Goliat, que manteniéndose en la cara sur del Ganekogorta, ha logrado sobrevivir a los tiempos modernos y saluda ahora con una mezcla de ironía y melancolía al monstruo industrializado y avasallador del progreso.
Y resulta, cuanto menos curioso, el significado que el término eusquérico Ganekogorta parece tener, ya que ganeko podría traducirse y se traduce por :“que se encuentra en la parte superior” y gorta o korta puede significar y significa “cuadra”.Una vez más sorprenden las conexiones atávicas del idioma y la cultura.