Este fin de semana tocaba la excursión
anual coincidiendo con el 50 aniversario de la Sociedad Bihotz Gaztea. El Val
de Aran ha sido el elegido esta vez para
airear nuestras botas en un intento de poner bajo nuestros cueros al Gran Tuc
de Colomers (2.933) .
La llegada al refugio de Salardú es
escalonada y sin sobresaltos. Visita al Moncorbisón (2.172) para realizar la
ofrenda al valle, sin gran desgaste por parte del grupo.
Después de la habitual cena de frugalidad
manifiesta vamos rellenando los camastros. Nadie contaba con la celebración de
San Juan y la sorpresa a la vez que tormento son los petardos, cohetes y retrocohetes que lanzados por "Duch" el jefe torturador de
aquellos Jemeres ya desaparecidos van acompasando a nuestra vigilia. Ejercicio
de autocontrol horizontal y salvamos la situación sin más violencias.
El avisador horario salta a las 5:30 a.m.
y todos los zombis nos reunimos en la puerta del comedor a las seis. No hay
nadie. Miradas de complicidad y preocupación cuando se abre el toril y acabamos
con la vitualla.
Taxis mediante (9 euros por 5 km, no se olvidará fácilmente) a las 7:20 comienza la ascensión con salida de trote andaluz.
El paisaje se va abriendo ante nuestros ojos; lagos y jardines naturales,
flores que no habíamos visto en ningún otro sitio y marmotas riéndose pero no
de nosotros.
Vamos tomando altura hasta darnos de
morros con la pared del circo desde donde se avista inexpugnable. Los track nos
meten de cabeza por el centro del mismo y poco a poco atravesamos la pared por
la incómoda morrena rodeada de farallones inmensos. Se impone el "sálvese
quien pueda" y el "ahí os quedáis" del grupo que va por delante,
no ocurre lo mismo en la retaguardia que se preocupa de ir agrupada y de tomar
decisiones juiciosas.
Atacamos el primer gran collado del circo
no sin gran esfuerzo para avistar otro por detrás del Tuc con una mancha blanca
que atravesamos gracias a que la nieve había sido enternecida por los calores
previos al tórrido verano que se nos echa encima sin remedio. Los grandes
triunfadores están en el segundo grupo superando sus miedos y rompiendo techos; bravos y meticulosos al afrontar sus aprensiones y el cansancio que empieza a
hacer mella.
Se hace cima tras 4 horas y media de
lento desarrollo y después de las celebraciones y algazaras se decide arriar
por el mismo sitio rompiendo el compromiso con los tracks ya que no se tiene
claro lo engorroso de la bajada hacia la otra parte de la cuenca. Tras minutos
de demarrajes que cercenan el valle en infinitos zigzags se decide volver por
el mismo sitio en vez de coronar el collado que nos llevaría a la otra parte de
la hondonada. Una vez abajo y después de una cena que sorprende positivamente
se celebra el triunfo.
La celebración se realiza a lo largo de
las tabernas de la Salardú con parte de las fianzas de las bajas sin
justificar. Después de visitar unos cuantos bares el grupo es reconocido hasta
por el mono encadenado a la barra que come cacahuetes sin pelar.
Visita dominguera al lago de Gerber y camino
a casa por la Francia liberada.
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Breves:
Hemos bautizado a un nuevo miembro (Josu)
que ya está apuntado para la próxima "invasión" al macizo.