Para el que le guste la diversión, emoción y trabajo en equipo en aguas bravas, es una buena propuesta para hacer,pero para los que como yo, sólo de verlo ya nos estemos ahogando, mejor que nos lo cuenten y les vemos 
.disfrutar.
Salimos de Santurtzi con el cielo encapotado y a mitad de camino empezó el típico sirimiri, que aunque íbamos con la idea de que las previsiones eran buenas, nos hizo dudar un poco. 
Pasamos por la Ermita de San Telmo, solitaria sobre el acantilado de la playa de Itzurun, tras un breve descenso, ganamos altura por un estrecho sendero, con espléndidas vistas al mar y a los espectaculares acantilados.
Continuamos nuestro camino y, debido a la pleamar, no pudimos seguir la ruta por la playa y tuvimos que ir por el monte, con una considerable subida y un calor sofocante. Al concluir la pendiente, decidimos parar a comer y descansar, tras lo cual seguimos nuestro camino y alcanzamos nuestro punto fijado, Deba.
algunos nos dimos un baño y luego fuimos a tomar algo; otros fueron primero a tomar algo y luego se dieron el baño; el resto, pasó totalmente del baño.
Teníamos todo preparado y nos montamos en los coches, subimos por la pista de Parzan, pasando por Chisagües hasta Petramula y aquí dejamos los coches.
A las 7:20 empezamos a andar. Subimos hasta el collado de las Puertas y cuando habíamos andado sobre hora y media, ocurrió un incidente que por suerte fue menos de lo que podía haber sido. Kamu se resbaló en un nevero y con el roce de la nieve se quemó el brazo y se cortó en una pierna (ahora está sufriendo las consecuencias), pero como era de esperar, después del susto, decidió continuar.
Seguimos y antes de llegar a los Lagos de la Munia, hubo que ponerse los crampones. Los que no llevaban, se arriesgaron a ir sin ellos, aunque dos personas se dieron la vuelta para no correr riesgos innecesarios y subieron dos montes alternativos, uno de ellos El Comodoto (2354 m).
Bordeamos el Robiñera (3003 m) y llegamos al collado de La Munia, donde nos quitamos los crampones y hubo gente que no se decidió a subir a la cima.
Tras recuperarnos, comenzamos a bajar, aquí se decidió sacar las cuerdas de la mochila y preparar un rapel, aunque un poco por la impaciencia y otro poco por la imprudencia, todos, menos tres, bajamos sin utilizarlo.
